Lunes. Odio los lunes. Tener que madrugar para ir al trabajo. Aunque es verdad que hace ya casi 2 años que no voy. Sólo tengo que ir cada semana a ver a esa zorra coprófaga de psicóloga para que me siga firmando los partes de baja laboral por depresión y me haga las mismas estúpidas preguntas: -"¿Que tal hoy?" (mal, zorra), -"¿Te encuentras mejor?" (mejor cuando no veo tu fea jeta) -"¿Puedo hacer algo para que te sientas mejor?" (morirte).
Una vez resuelto el papeleo puedo seguir meditando en el parque sobre cómo realizar mi obra maestra, mi propia muerte tiene que dejar huella en todos aquellos que oigan hablar de ella. "Tirarme a la vía del tren", no, la última vez me pisé los cordones de las zapatillas y perdí todas las muelas de un lado de la cara ... "Clavar un clavo al revés con mi propia cabeza", tuve cuidado la última vez, y sólo llegué a hacerme un cuarto piercing en la oreja ... "Ahogarme en la bañera", el último intento sólo consiguió inundar el baño de abajo y que el vecino muriese electrocutado con la polla metida en un consolador casero hecho por él mismo, la vecindad ya no será la misma sin ese artista de las vaginas de poliuretano. Como se puede ver no soy muy hábil ni para quitarme la vida. Miles de imbéciles lo consiguen a diario metiendo la cabeza donde no deben o por acariciar un animal salvaje y yo ni siquiera soy capaz de eso.
Oh, ¿pero que es eso? Un animalillo quejándosea mis pies me saca de mi concentración tachando auto-ejecuciones absurdas. Parece un perro, un doberman, tan pequeño que parece un chihuahua, por el tamaño que alcanzan estos bichos no debe tener ni 3 semanas. Está algo herido, algún hijo de puta le habrá abandonado además de pegado. Un olor detrás de mi me lo deja todo claro, carne putrefacta, veo un doberman hembra, ensangrentada y muerta, le asoman varios huesos rotos a través de la piel y algo de masa encefálica todavía tiene color claro a traves de unas grietas en su pequeña cabeza, algunas crias muertas todavía están pegadas a sus pechos. Cuando veo cosas así me imagino si podré tener yo el mismo aspecto alucinante cuando consiga mi objetivo. Le habrá atropellado algún coche de la carretera de aquí atrás antes de que pariese a sus cachorros y llegó hasta aquí para morir mientras los amamantaba como podía.
Excavo como puedo con las manos la tierra junto a los árboles del parque para enterrar los restos de la perra, no quiero que nadie más la vea en ese estado y me quite protagonismo cuando consiga mis objetivos. El pobre perrito está en las últimas, no puedo evitar sentirme emocionado, siempre he sido muy sensible y delicado, me lo llevaré, le cuidaré y le pondré un nombre: "Hijo de perra". Dejaré para otro día mi plan.
He leído en los ordenadores de la biblioteca que el doberman es un animal muy agresivo. Es una raza de perro diseñada por los nazis con las mejores características de los cazadores, pero que su aberrante mezcla da como resultado que sea un animal muy inestable y pueda atacar incluso a sus dueños. También llamado el Perro del Carnicero, puede llegar a acabar con la vida de una persona en menos de 40 segundos. Me ha dado una idea.
4 años despues:
Llevo 4 años criando a "Hijo de perra" y adiestrándole con un muñeco de peluche relleno de tuercas, dándole en el hocico mientras está atado a la pared hasta que hecha espuma roja por la boca. Todo lo que hago le enseña directamente a odiar y haga algo mal o bien acaba por tener su dosis de muñeco de tuercas en el hocico. Cuando diga su nombre atacará ciegamente a su objetivo hasta que sólo quede de él el sarro que tenga entre los dientes. Mi plan está dando resultado. Cada vez está más lleno de ira y en breve ya no se sentará sobre mis pies mientras veo las noticias de medianoche en la tele, mis favoritas, ya que alimentan mis ganas de autodestruirme.
Ya está preparado, hoy le sacaré a pasear por la zona del parque dónde le encontré. Una parte deshabitada. Y me cambiaré de ropa para parecerme al muñeco con el que le he estado hostiando el hocico durante años. Una chaqueta negra, corbata negra, pantalones negros y una camisa blanca. Mi antigua ropa de trabajo.
¡Mierda! Que momento para interrumpirme justo cuando iba a salir fuera, voy a abrir la puerta ...
Otro intento de suicidio frustrado: Un testigo de Jeovah vestido igual que mi muñeco de tuercas entró ofreciéndome no sé que mierdas de Atalaya y la vida eterna (sí, claro, justo lo que buscaba). Mi perro empezó a echar espuma por la boca salvajemente al verle, se le iban agrandando los ojos y su espalda iba erizando pelos e hinchándose. El sectario, asustado dejó de hablar y dijo lo último que debió de haber dicho, que de echo lo fué: -"¡Hijo de Perra!". Nada más decir la frase clave, el perro se lanzó sobre él y lo acosó escaleras abajo arrancándole carne de las piernas y los brazos en cada mordisco. Cayó a la puerta de la entrada de la casa y ahí Hijo de Perra remató lo que quedaba de él devorándolo casi por completo en 20 minutos. Tiempo en el que llegó la policía, que al ver al animal en un estado tan rabioso tuvieron que dispararle hasta vaciar 4 veces sus armas. Yo sólo puede ver a distancia como se iba haciendo trizas mi plan, y mientras gritaba: "¡Noooooooooo!". Me abalancé sobre el perro para recibir alguna de esas balas que había acaparado con tanta avaricia. Llegué tarde, a la policía no le quedaban más balas, sólo pude llorar sobre el pobre perro. "Por qué, por qué, por qué no a mi" -repetía una y otra vez. Una vieja asquerosa se emocionó y dijo -"Si que debía querer mucho a ese animal". Qué vida más perra.
miércoles, 8 de octubre de 2008
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1 comentario:
ok ok, pille pille!
yo emo, tu carnicero!
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