jueves, 16 de octubre de 2008

La Hechicera

Me aburro. No tengo nada que hacer. No tengo amigos porque no quiero crear vínculos en ese mundo y en algún momento abandonar mi proyecto. Si, porque siempre existirá un amigo capullo que te salvará y será el héroe mientras tu será el tío con problemas mentales que no sabe lo que hace. Si, la vida es así.

Caminando por una de las calles de un barrio de eses que hay balas perdidas y fiesta del cuchillo, veo en la esquina una putita toda llena de heridas, medio calva en el tope de sus 18 años. ¡Es la puta ama! Esta al borde de la muerte y tan jovencita… ¿Que será que la perra ha hecho para estar en sus últimos días que hasta hoy yo por mi mismo no descubrí?

Me acerco, la saludo y me entero que la pobre desgraciada también esta ciega. Pienso en un momento en darla un beso de lengua en esa boca sin dientes a ver si pillo esa enfermedad tan sublime. Pero la putita rompe el silencio de mis entrañas y me dice “¿Tienes algo para ayudarme?”

Meto mi lengua para dentro de mi boca otra vez y creo que la puedo ayudar. No soy mala persona, solo un poco chantajista. Si la puedo ayudar, ella puede ayudarme a mi. Son las reglas.
Me comenta de su abuela hace mucho ha sido hechicera y que quizás pueda tener la solución de mi problema.

La acompaño hasta un portal bastante destruydo. Hay cables eléctricos colgados en el techo que vienen hacia ti como si fuera un imán. Quiero cogerlos y hacerme de Tarzan, pero no me hacen ningún daño. En el suelo hay un hueco donde hay una tubería que suelta mierda para todos los lados.
La veo en el fin del pasillo, moviendo los deditos comidos y quemados, como si fuera la propia muerte. Igual si es, igual llego mi momento, igual es el fin!
Agarro con emoción un palo preso a la pared, salto la choco party y el palillo que me parecía tan fuerte se rompe y voy directo al pozo negro.

¡Es para joderse! La enfermedad de la orina y de las heces ya tuve una vez, pero solo te deja con flojera y se cura solita en pocos días, eso no mata ¡joder!

Me pongo en pie con mierda hasta en el cerebro y me doy cuenta que toda la vecindad esta fuera de sus preciosos hogares para mirar su propia caca en forma de gente. Y todas ellas se ríen con la mano en la boca para que nadie vea los dientes que las faltan.

Son todas iguales a la putita calva, parecen hadas malas de algún cuento. Miedo tengo.

Voy todo cagado a la habitación de la calva y ahora seguro que estoy dentro de un cuento de hadas malas, encuentro una sabia anciana que hace liquiditos mágicos para todos los males del mundo. Inclusivo el mal de la vida. Le explico mi situación, mis intentos frustrados de libertarme de ese cuerpo.
La viejuna me mira muy seria como advirtiéndome que es un camino sin vuelta. Hago “si” con la cabeza y ella saca de las tetas un potito pequeñito donde hay un licor azul fluorescente. Echa tres gotitas en mi boca y las trago, cerrando mis ojos y deseando el tan esperado fin.

La habitación empieza a dar vueltas y siento un dolor terrible en el pecho, vaya mezcla de placer y horror, me tiro en el suelo para disfrutar mis últimos segundos en esa dimensión y siento el cuerpo todo hinchar, estoy sudando como un pollo en la barbacoa, miro hacia abajo y sé que estoy cambiando de alguna forma, miro la zorra vieja y esta partiendo la polla y aaaaaaaah y fin.

¿Estaré muerto? ¿Será que estuve yo en el infierno desde siempre y no me había enterado? ¿Seré yo el último a enterarme?

La ninfeta calva se acerca y despeja:

“¿Qué tal estas tronca?”
“¿Eh?”
“Déjame el dinero que prometiste anda”
“Pero si todavía estoy vivo, ¡puta de mierda!”
“Pediste el fin de la vida que tenias y el recomienzo de otra, es eso lo que tienes ahora, ¡dame el dinero ya!”
“¡De que coño hablas!”
“Todos son iguales...”
“¡Anda que!”

Me acerco al espejo y tengo unas tetazas increíbles y el pelo largo rubio y la boca roja carnuda. Soy follable, bastante follable. Y tengo pene, aún tengo pene.
“¡Fsssss, que rica!”

Doy el dinero y me largo de ese agujero. Me duelen las tetas, creo que me bajara la regla.


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