miércoles, 22 de octubre de 2008

Serial fail

Por si no tuviese pocas razones para odiar mi vida, ahora además me incomoda la ropa, todas las camisas que tengo me vienen pequeñas por estas tetas talla 120 que me han salido, y encima me duelen. Sí, me ha bajado la regla. Nunca suelo ver el lado bueno, pero en este caso podría ser que ... que ... estos calzoncillos aguantan bastante bien las manchas hasta que pueda comprar mis primeras compresas.

Encima la cabeza me da vueltas como si no pudiera concentrarme o pensar con claridad sin que se me diluyan las ideas mientras pienso en ellas. Sentado, o mejor dicho, sentada en el metro viendo como esas enormes ruedas de acero pulen los raíles hasta dejarlos como un espejo. Siempre he pensado en que tirarme nada más pasar el tren podría ser una solución rápida, pero siempre queda la posibilidad de salir vivo y mal parado. Ser una mujer-croqueta sin brazos ni piernas en la cama de un hospital no me daría muchas opciones para volver a intentar algo parecido, además de que el rojo oscuro me sienta fatal y no me haría juego después con los pantalones que he visto en esa tienda. Ay, otra vez, tengo que hacer algo con estos pensamientos difusos.

A ver si leyendo el periódico alguien ha pensado en una forma de acabar rápido con una rubia de 1,78 con tetas para producir obesidad prematura a unos sixtillizos. Parece que la forma más fácil hoy en día de morir es siendo joyero o consejero de economía. No me lo puedo permitir, será mejor que busque ideas en las páginas de sucesos. Mmmm, algo interesante. Otra mujer muerta junto a las vías de cercanías, no muy lejos de donde murió otra chica violada y degollada hace 2 semanas. Es en un pueblo no muy lejos de aquí, y yo puedo cumplir los requisitos. Eran mujeres solitarias y poco provocativas, habrá que disimular estas tetas. Además tengo un sexo sentido para descubir a alguien que está pensando en matar.

Ya llevo 8 horas seguidas desde que llegué a este pueblo cerca de dónde encontraron a las 2 chicas, espero que sea un asesino en serie. Pero de las series como los Serrano, no de las que acaban a los dos episodios, como las de Ana Obregón, si no estaría aquí pasando frío mientras paseo junto a la carretera que rodea el pueblo para nada. Me pregunto cómo será el asesino. De dónde es parece obvio, si las dos chicas eran de aquí y fueron asesinadas en la zona, aunque la policía sea imbecil y esté investigando en las estaciones de tren anteriores y posteriores. Quizá sea uno de esos paletos con boina que no han parado de dar vueltas con el perro por aquí solo para verme el culo una vez más, pero no, ninguno tenía en la mirada las ganas de clavar nada más allá de que lo que tenían entre las piernas por el bulto que les sobresalía.

He tenido que ponerme una faja en el pecho y una sudadera ancha para disimular estos dos botijos que tengo desde que aquella bruja me engañó y me cambió de sexo. Bueno, de sexo menos la polla, que sigue aquí. Al menos para mear no tendré que ponerme en esos matorrales con el culo al aire. Eso me recuerda que tengo unas ganas locas de cambiar el agua al canario, tengo que esconderme y que no me vea nadie para no estropear mi disfraz de niña estrecha. Ahora que no hay nadie iré detrás de esos arbustos y me saludaré a mi mismo.

¡Mierda! Hay alguien ahí atrás, tendré que mear con el culo al aire enseñando los calzoncillos llenos de mierda roja oscura que no me he podido cambiar todavía para disimular. Espera hay algo en sus ojos y en la espuma blanca que se le escapa por la comisura de los labios que me dicen que no viene a venderme rosas precisamante, el cuchillo de carnicero que tiene en la mano derecha también da alguna pista.

Me da un golpe en la nariz con un puño enorme que me desorienta aún más de lo que estaba desde esta mañana. Dejo de pensar en si me parezco más a Paris Hilton o a Cameron Díaz mientras caigo con la nariz rota. Mientras estoy en el suelo me pasa la punta del cuchillo con una velocidad y precisión propias de un cirujano eyaculador precoz, rajándome la sudadera y la faja, y dejándome los pechos al aire. Al verlos se ha quedado quieto y no se mueve, puede que se haya asustado al ver unas tetas tan grandes, sus víctimas eran más bien planas y delgadas.

"¡Tú, gilipollas! Vas a rajarme o a qué coño has venido, ¡imbecil!" Le provoco, ya que no se mueve, pero veo como todavía tiene a su hermanito pequeño hinchado entre las piernas. Eso me recuerda: "Pero ... ¿no violaba antes a sus victimas?" Ag, qué fallo. Mientras pienso esto y me distraigo un segundo pensando en el bolso que vi por la tarde en un escaparate del centro, el tipo, todo excitado y descontrolado como un mapache rabioso me quita los pantalones de chandal y la ropa interior manchada de un golpe y descubre lo que me temía.

Cómo no lo pensé antes de venir. Al ver que tenía pene, se asustó tanto que empezó a correr de espaldas sin dejar de mirar desconcertado aquello que colgaba. No tardó ni dos pasos en tropezar con una pequeña roca y, en un intento de parar su caída con las manos, puso el enorme cuchillo entre él y el suelo por accidente. Se atravesó entero desde atrás hasta el estómago separándose las vertebras y provocándose la muerte en pocos segundos. El pico de su cuchillo se podía intuir en una especie de tienda 'tipi' que se le había formado en el estómago con la tela de sus propia camisa, ahora de color rojo húmedo. Me subí los pantalones de nuevo para echar a correr, saltar sobre él y para probar si podía atravesarme también a mi con la fuerza de la caída.

En ese momento me agarraron dos tipos por los brazos, y gritándo con la voz de una histérica después de haberse fumado un estanco que me soltasen, no dejaba de revolverme una y otra vez. Sólo me dijeron, "Tranquila, ya ha pasado todo. Hemos venido en cuanto hemos podido. Somos la policía".

No hay comentarios: